Las mitades se despistan

Tengo una mujer enfrente. Su pelo empieza a media cabeza y su cara ladra como leitmotif vital. Su mano derecha la tiene aposentada sobre el interior del muslo de su marido. Prototípico de panza, huevos gordos, calvo, bigote, gafas oscuras, palillo y un sello de oro. Se abren las puertas y se llena como si regalaran vida. Hoy no. Asientos escasos invitan a la rapidez. El calvo se sostiene la cabeza mientras lee un diario, su mujer, quieta, mira sin mirar. El de mi lado desenvuelve un caramelo y ya somos cuatro. Tiene pinta de congresista a tiempo parcial y sus sobacos gritan ¡libertad, libertad, que venimos de trabajar!

Se multiplican las corbatas, los diarios regalados, los canalillos y un camisa blanca sobre sujetador negro. Sujetador negro que se transparenta y no excita. Mata de pelo rizado. Mangas largas y pechos peludos descamisados. Una cabeza alargada y en segundo plano unas tetas aplastadas bajo el escondite de la ropa sin escote. El congresista saca algo fuera de lugar y empieza a leer ofertas de supermercado. Muñecas con relojes cuelgan en el hedor de carnicerías futuras. Alguien se debe estar descomponiendo en vida y en silencio. Me pica un ojo y la oscuridad del túnel arranca un momento sublime y real de exaltación del hombre:

– Normalmente, la semana de antes me avisa, pero últimamente anda parco en palabras.

– ¿Y Natalia?

– Está liada con el trabajo, además, está embarazada.

– ¡Cómo pasa el tiempo!

Parecen cuarentones.

– ¿Y tú qué tal, cómo va todo?

– Liado, liado con mi padre en el neurólogo.

– Ya se sabe, cosas de la edad... ¿está muy mal?

– Se olvida las cosas, deja las tareas de casa, está como ido... Hoy ha sido la primera visita al neurólogo después de estar dos meses para arriba y para abajo.

– Mi padre la última vez se curó de cáncer antes de que le dieran hora para la quimioterapia...

– Pero bueno, no te lo pierdas. Su doctora parecía el doctor Mengele pero en feminista cachonda.

– Qué peligro, casi prefiero que me lama el pene un gorrino.

– Esto va a rachas, ya sabes, llevo dos o tres meses de baja: un pelo se fue para el otro lado, eso y un espolón calcáreo.

– Qué interesante, a mí me sacaron tres muelas en una visita.

– Hoy leía en la prensa que la mayoría de españoles tiene reparo a que les hagan una exploración digital.

– Un amigo, cuando fue al médico, le preguntó “¿es usted gay? ,¿no?, pues no va a disfrutar del momento”. Dicho y hecho se enfundó un guante de látex, mi amigo a cuatro patas con los pantalones por las rodillas y va y le suelta que “tranquilo, tranquilo, que esto no va a ser más que como un besito en el cachete”.

– ¿Y Juan?

– Comí con él hace un par de semanas.

– Vi el email, pero me pillasteis en pleno marrón de “cambie usted su vida”, justo intentando salir de una crisis.

Es alargado y sombrío, delgado y con gafas oscuras. Emana periodo triste de desastre.

– Está bien, nada, comiendo algo, está bien, en su casa, con su hijo, que es un campeón.

Levanto la vista y veo una cara pálida con labios carmín, nariz un poco judía y sorprendente por la frescura y la belleza contenida. Boca medio abierta y labios con la edad de haber conocido a más de un Johny T. Ojos pintados de azul y resaltados.

– He dejado de fumar Antonio.

– ¡Bueno, qué bueno!

– Bueno, tabaco, jeje jeje...

– jiji jiji, siempre hay otras cosas jiji...

– jeje. Sí, quiero hacer una vida sana.

– Sí, lo agradecerás.

Por la ventana veo muchas calabazas apiladas.

– Se me tapa la nariz cuando va a llover.

Campos y aviones.

– Jodida, ataques de pánico...

– Yo tuve eso hace dieciocho años. Dale mi teléfono, yo le puedo ayudar. Conocí cosas muy interesantes. Yo, la experiencia personal con psicólogos, psiquiatras y terapeutas varios es positiva, pero todo mi entorno los han sufrido como un desastre. Yo, aparte de los típicos problemas generacionales y de abuso de sustancias, el resto ha sido demasiado complicado. Soy complicado lo sé, pero conocí a un psicólogo que me dijo, “tío, tú tienes tal problema y hasta que no lo resuelvas estarás jodido”. Y era verdad ¿sabes lo que te digo? Era verad... y lo he entendido, ¿me comprendes? Dale mi teléfono, yo le puedo ayudar.

El congresista se ha dormido, el viejo ha dejado de leer y dormita. La mujer sigue con su mano derecha aposentada sobre el interior del muslo de su marido y mirando sin mirar.

– Ya lo hemos hablado, pero cada vez los cuadros mentales de mis novias son más guapos.

– Yo, el otro día estaba pensando que todo es rápido, es fugaz... He llegado a que hay que disfrutar cada instante, porque el siguiente puede ser una mierda, es más, seguro que es una mierda. Hay que disfrutar el presente y por eso voy sin entrada, si encuentro bien, si no, pues me he dado un paseo. Del pasado no te tienes que preocupar, no lo ves y es todo tan confuso... en cambio, mira el presente, a Juanjo, trapicheando, el consumo elevado, omnuvilado en sí mismo. Yo le intento ayudar pero está muy despistado, está arrugado, ha perdido la capacidad perspectiva y se va a quedar en la calle.

– Hombre, ¿quieres decir que si reclamas a la generalitat no le arreglarán algo?

– En el fondo, deja que te diga, la política es un tema muy desagradable y el mundo es una mierda y patatín y patatán. Dale mi teléfono, yo le puedo ayudar. A veces hay que hacer un ejercicio de contención. Yo dedico unos minutos al día a meditar, esto por qué, aquello qué quiere decir. Asumo lo que tengo que asumir.

– Seguimos pensando como hace veinte años.

– Y el tema de las inmoviliarias...

Aquí os quedáis chicos, suerte con las entradas, yo continúo. A buenas horas mangas verdes es su última contribución.

Sube un tipo que cuenta que esta mañana un toro bravo se ha peleado en un burladero, al final, para no seguir discutiendo, se ha matado de una cornada. Él no es así, él no prefiere pelearse y ay Dios. Dios te ama y el hombre te susurra en la oreja a grito pelado que los revisores le tienen miedo y que él sabe que por lo menos la mitad, no hemos pagado. Chilla mucho,

– ¿Sabes lo que pesa esto?... ¡Diez kilos! Si le pegas a un toro bravo con esto ni espada ni nada.

Susurra murmura chilla murmura susurra chilla. Está claro que tiene muchas cosas que expresar y que no se retiene ni media palabra en el cerebro. El grifo está abierto. Conexión directa de la generación de pensamientos con la boca. Vuelve a chillar esta vez a la virgen del pilar, a los aragoneses y a la guardia civil.

– Les tengo más miedo que a los mosquitos. Te lo juro por mi santa madre. Yo ya he trabajado muchos años, ahora tengo que descansar y hacer que la gente de españa se lo pase bien. No se ha levantado nadie para que se siente Don Miguel. Ahora se levanta, ¡anda corre bruja! Jaja anda y siéntate con tu abuelita. Sí sí tu abuelita querida.

Ahora que me fijo, su espada de diez kilos es una muleta.

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